Las minas de sal no sólo constituyen el enclave más icónico de la población de Remolinos, sino que han sido su principal fuente de ingresos a lo largo de su historia. Este complejo ubicado en las montañas que enmarcan la localidad estuvo integrado por 90 minas, hoy inactivas y en mal estado de conservación. Dado que la mina de María del Carmen está en funcionamiento, estas salinas siguen siendo una importante fuente de exportación de sal gema, muy abundante en este paraje y explotada en este territorio desde la época Romana.
La Corona de Aragón, y posteriormente varias compañías privadas nacionales y extranjeras, hicieron uso de estas más de 90 minas excavadas. La de María del Carmen, propiedad de la sociedad Ibérica de Sales, es más grande y diáfana que el resto, y fue la única que pudo adaptarse a la nueva maquinaria minera, más grande y avanzada, desde el siglo XX. Las dimensiones son espectaculares, con cientos de calles de 20×6 metros. Dentro se perfora y carga la materia rocosa, de la que se extrae la sal mediante varios procesos. Según su pureza, la sal se destina directamente a las carreteras y el ganado, o se introduce en un proceso de evaporación en varias balsas, o salinas, para uso en salmueras.
Actualmente no se puede acceder a ninguna de las minas de sal debido a su mal estado de conservación o a que son de propiedad privada. Sin embargo, se puede disfrutar del entorno escarpado y árido que acoge a este complejo mediante varias rutas en la localidad de Remolinos.